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Si sientes que la maternidad te hace renunciar, detente y dale una vuelta. Ese mensaje es el que nos ha llegado desde nuestra infancia, probablemente, porque conectar con nuestro poder interno nos lleva a un estado de fuerza y convicción en una misma que no interesa a  la sociedad, pero en realidad, si te detienes a pensarlo, las renuncias están siempre y, a la vez, nunca…

La vida es una concatenación de etapas en las que a veces no cabe todo de golpe y es necesario poner algo en stand by para dar espacio a otra cosa… 

Durante la infancia el foco está puesto principalmente en jugar, después quizás en aprender, en socializar, en ir conociendo el mundo poco a poco. Después lo vamos trasladando hacia aquello que hemos visto que son las prioridades adultas como formarnos profesionalmente e ir creando una pareja o el inicio de una familia. 

Cuando nos encontramos en la etapa de jugar recibimos frecuentemente el mensaje de que no podemos hacerlo durante 24 horas, como si el cuerpo no lo supiera, ¿verdad? Sin embargo, durante nuestro período de formación profesional, muchas veces se nos insta a que sí lo hagamos, a que pongamos toda la carne en el asador con la intención de obtener un futuro prometedor, olvidándonos muchas veces de otras cosas. 

Con esto pretendo demostrar que, efectivamente, podemos ver y vivir la vida con mentalidad  de renuncia (lo cual nos lleve a sentir cierta nostalgia y sensación de debilidad) o podemos simplemente entender que en cada momento de la vida elegimos y nos decantamos por dar espacio a unas cosas y dejamos otras para otro momento (lo cual probablemente nos ayude a sentir nuestro poder creativo y nuestra capacidad de elección) e, incluso, podemos combinar parte de nuestras facetas, aficiones, necesidades, anhelos y sueños mientras se desarrolla la vida.

Nuestra mirada, guiada por nuestros pensamientos, es lo que marcará la diferencia en cómo sintamos que estamos viviendo cada paso. Recuerda que el cambio más grande está en tu interior, no en el exterior.