Según la definición de “Criar”: Alimentar y cuidar a una persona, a un animal o una planta para procurar que tenga un crecimiento y un desarrollo adecuados.
Criar es nutrir, así lo entenderíamos en el mundo animal y vegetal. Proveer de todo lo que ese ser necesita para que su desarrollo pueda alcanzar su mayor esplendor, su mejor versión en función de sus características y sus posibilidades innatas. Por lo tanto, un niño no podrá pedir más de lo que necesita, podrá pedir más de lo que nosotros podemos darle y, según sea lo que recibe, podrá desarrollar más o menos su persona.
Para desarrollarse un niño necesita descubrir, conocer, explorar, cuanta más oferta y variedad tenga más posibilidades encuentra y más rico es su crecimiento, pero, durante ese camino se encontrará con situaciones en las que necesite ayuda o apoyo emocional. Por lo tanto, necesitará una persona a su lado con la suficiente disponibilidad de tiempo y emocional para poder acompañarle en su experiencia sin mezclarla con la propia. También necesitará conocer diferentes modelos de roles a su alrededor para ir pudiendo aprender y poder identificarse..
En esta sociedad de familias nucleares en la que vivimos, normalmente son el padre y la madre los que se encargan de abastecer a la familia de un sueldo, unas tareas del hogar, ocio, actividades educativas….. Normalmente no queda tiempo para poder estar presentes con nuestras crías y seguir sus ritmos y sus intereses. Y eso genera carencias y huecos en el desarrollo de las mismas.
Aquí es donde yo me planteo la necesidad de más personas alrededor del niño y de su crecimiento. Normalmente nos solemos centrar en si el niño cumple o no con nuestras expectativas y con aquello que le pedimos, pero invito a reflexionar sobre lo que le estamos entregando nosotros.
Pienso que los niños necesitan la entrega y el compromiso de toda la sociedad, ya que ellos son el futuro de la misma y deberíamos nutrirles en lugar de exigirles.
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