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Hace algunos años, después de leer unos artículos sobre porteo en otras partes del mundo, conocí una historia bellísima sobre la tradición de algunas sociedades asiáticas,  en donde las niñas aprenden a bordar a cierta edad y preparan con cariño y esmero las prendas de su ajuar. Una de las prendas que recibe mayor importancia es el portabebé con que llevarán a su futuro bebé. Las jóvenes, aún cuando no están embarazadas, pasean con su portabebé mostrándolo con orgullo. A los ojos de su comunidad, aquella cuya habilidad para el bordado sea mayor, demostrará la misma capacidad para cuidar a sus crías. 

Tras leer este relato, me vino la inspiración de crear el portabebé que podéis ver aquí en el enlace, que pudiera ser bordado o pintado por la mamá del bebé o bien por alguna persona que deseara colocar allí su energía para luego poder sostener al bebé.

En esta ocasión, he vuelto a repetir la idea, aunque lo que he confeccionado es un Mei Tai en algodón ecológico. 

Para mí, se trata de mucho más que un portabebé. Bajo mi punto de vista, es un sostén físico y emocional para el bebé y la madre, que lleva una energía posada punto a punto o pincelada a pincelada. El impacto medioambiental y económico se reduce tremendamente y, de esta forma, se convierte en un símbolo de la ecología. 

Además, mientras los confecciono, siento que algo me une a ese bebé, a esa mamá, a esa díada, a esa familia, a la Tierra y a todas la mujeres, a las que cosen y a las que no, a las que son madres y a las que no, a las que entienden, sienten y comparten mis palabras y a las que no. 

Tengo mucha ilusión puesta en ello porque siento que reúne una energía muy especial y transformadora para ir tejiendo un nuevo paradigma social. Así que aquí lo dejo, aquí lo entrego al mundo para que pueda ser vehículo de esa energía que comenzaron aquellas mujeres de la tradición asiática, que impulsé yo y que está buscando ir compartiéndose por el mundo pasando por manos pintoras y bordadoras para después abrazar cuerpos de mamás y bebés.

¡Allá va!