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Para mucha gente sí. Para la mayoría de los adultos y, por lo tanto de todas las generaciones siguientes que lo van aprendiendo,  por regla general, solemos confundir obediencia con respeto. Hace ya bastantes años que llegó a mí esta reflexión que ahora te presento. Puede parecer rizar el rizo, pero este cambio de planteamiento conlleva muchas cositas en su interior.

Llevándolo al terreno de la crianza y la infancia, que es el que me atañe, solemos tener preconcebida la idea de que l@s niñ@s tienen que obedecer a las personas adultas. ¿Por qué? Lanzar esta pregunta ya produce cierta alarma en muchos cuerpos adultos, se sobreentiende un «¡porque sí!» o un «¡porque sí y ya está!». Esta respuesta deja aún más confusas a las criaturas (¿cómo te quedas tú cuando la recibes?) y solamente le deja clara una cosa: «Los adultos tienen el poder «porque sí» y «cuando tú seas adulto también lo tendrás» o «El más mayor/fuerte es el que manda sobre el otro», pues ellos aprenden de lo que nos ven hacer a nosotros.

Ya sólo con esto estamos instaurando estableciendo las bases para los conflictos entre iguales o entre hermanos o el bullying, que tanto nos preocupa, sin hablar del tema de la autoestima y la relación con la autoridad en la adolescencia, juventud y edad adulta o los problemas de relaciones sentimentales, que da para escribir mucho.

Bajo mi punto de vista, se suele obedecer por miedo a las consecuencias, es una necesidad relacionada con el afuera. Sin embargo, el respeto es una necesidad que nace desde el interior de cada persona.

Cada día deseamos una sociedad más respetuosa, en las aulas, en el trabajo, en las calles, en el tráfico, con el medio ambiente,… pero no podemos alcanzarla sin sembrar las semillas y aquí no hay trucos que valgan… Si no enseñamos respeto a las nuevas generaciones, no podemos pedirles que lo aprendan. Y ¿cómo se lo enseñamos? pues la única manera es como les enseñamos a hablar su lengua materna, experimentándolo, practicándolo, viviéndolo, haciendo que sea su única realidad. Si son respetados, aprenderán a respetar. Si son obligados y sometidos a obedecer, aprenderán a obligar y someter a los más débiles.

Probablemente conectes con estas reflexiones, pero pienses que en tu día a día hay muchas cosas que no puedes hacer para respetar más a l@s niñ@s. Es posible que así sea, pero entonces, lo que sí puedes hacer es gestionarlo de otra forma, nombrarlo y explicarlo de otra manera que nos haga ir sintiendo esa comunicación desde la convivencia y la colaboración en lugar desde la obediencia ciega.

Hay ocasiones en que yo tampoco puedo respetar las necesidades de mis hijos y tengo que pedirles que colaboren y me acompañen a hacer algo, en lugar de quedarse jugando tranquilamente en casa o con sus amigos, pero, como lo entienden como una convivencia, aunque les fastidie y no es lo que ellos escogerían, no lo viven como una imposición. Comprenden que unas veces me toca a mí y otras a ti.  

Además de cuidar las relaciones entre padres e hijos, este enfoque cuida algo muy importante, la relación consigo mismo y el respeto  y auto-respeto que integrará esa criatura para el resto de su vida. 

Si este tema te parece interesante, puedes acceder también a la grabación del vídeo «Niños Obedientes vs. Adolescentes Empoderados».