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La vida nos ha dado un buen giro y nos vemos en la necesidad de re-organizarnos y re-inventarnos. Nuevos tiempos, nuevas responsabilidades, nuevas espacio, nuevas rutinas, nuevas emociones. De repente pasamos mucho tiempo en casa, con los niños, con las tareas del hogar y algunos con un trabajo que compaginar. No podemos salir a la calle, no podemos ir al gimnasio, a pasear, a tomar aire fresco y mover nuestro cuerpo, no podemos quedar a tomar café con las amigas y los amigos mientras los peques están en el cole… ¿No podemos evadirnos de nuestra realidad!

 

Ahora nos toca quedarnos en casa, compaginar varios roles diferentes, hacernos cargo de todo lo que compete a nuestra vida, nuestra economía, nuestra salud física y mental, la educación de nuestros hijos… No podemos huir, no nos dejan…

 

Estábamos acostumbrados a pasar mucho tiempo fuera de casa, a socializar, a cuidar nuestro aspecto para salir y sentirnos bien, a llegar a casa cuando ya hemos cubierto todas esas necesidades y queda poco tiempo antes de dormir que, además, está ya ocupado con deberes, duchas y cenas…

 

Todo puede cambiar mucho al pasar días encerrados en casa sin poder hacer casi nada de lo que hacíamos antes y estar expuestos a nuestros hijos 24hs. Es posible que haya familias que estén aprovechando para estar juntos y disfrutar de este tiempo de pausa y convivencia, pero también es posible que nos sintamos desbordados por los deberes que hacer con los niños, con las peleas entre hermanos, con el aburrimiento de nuestros hijos, con la lucha por limitar el uso de pantallas, por la demanda emocional y de presencia de nuestros hijos…. Es posible todo ello y, entonces, puede ser que se convierta en algo que nos supera y llegamos a estallar emocionalmente. ¿Cómo lo llevas tú?

 

Solemos hablar de gestión emocional refiriéndonos a los niños, que si no lleva bien la gestión de la frustración, que si es muy celos@, que si quiere atención todo el día, que si es impaciente…. Llevamos a los niños a clases de mindfulness y aplaudimos como locos cuando se habla de poner una asignatura de gestión emocional en los colegios, pero pocos adultos son los que miran hacia sí mismos, para ver qué modelo les estamos ofreciendo a nuestros hijos. ¿Sientes que tienes capacidad de esperar a que tu hijo termine lo que está haciendo el tiempo que necesite como le pedimos nosotros a ellos? ¿sientes que tienes capacidad para acompañarle en su frustración y aceptarla como hacen ellos con nosotros? ¿sientes que puedes gestionar un espacio totalmente desordenado mientras tu hijo juega en el salón tal y como pedimos que ellos aguanten un orden absoluto en el que no pueden ni moverse sin que se note? Siempre comento que nuestros hijos han aprendido la lengua materna sin haberla estudiado, sólo porque la hablamos en casa. Te invito a reflexionar sobre ello cada vez que veas en tu hijo una forma de reaccionar que no te gusta y que pienses a ver cómo puedes ayudarle, en lugar de juzgarle. Ayudándole tendremos muchas más posibilidades de que cada vez se repita con menos frecuencia, juzgándole, sólo conseguiremos aumentar su malestar.

 

Te invito a que aprovechemos esta situación para intentar conocer más a nuestros hijos y empatizar con la situación que también ellos están viviendo en que algunos no llegan a comprender bien porqué no pueden salir a jugar, porqué no pueden gastar toda la energía que sienten corriendo por el pasillo o saltando en la cama, porqué mamá y papá están tan ocupados todo el día, tan preocupados y no quieren jugar, porqué aún así se les exigen un montón de tareas para el cole y que estén más quietos y con menos gritos… Te invito a que conectemos más con la responsabilidad que tenemos sobre nuestras emociones, nuestras reacciones y sobre el modelo que podemos ser para que nuestros hijos transiten mejor por este proceso.