“Acompañar el aprendizaje de nuestros hijos”… Soy consciente de que hay a quien le suena raro, pero yo no lo entiendo de otra manera.
Hemos llegado hasta aquí aprendiendo que es necesario “enseñar”, “adoctrinar” y “rellenar de contenidos” a nuestros pequeños porque si no se convertirán o no se convertirán en no sé qué cosa…
Una y otra vez nombraré que el aprendizaje es inevitable, uno aprende de aquello que le rodea, así que mientras nuestros hijos están en su entorno aprenden, lo aprenden, al igual que prenden a caminar o hablar. Es por ello que el acompañamiento se hace necesario y muy enriquecedor, porque, si lo que nos preocupa es que adquiera contenido (aunque eso ya lo hacen las máquinas), es importante estar a su lado para poder atender cualquier duda que le surja, ampliar contenido si lo vemos necesario…
Pero, sin duda, acompañar a mis hijos en su aprendizaje me aporta a mí también muchas cosas como disfrutar viendo cómo crece, cómo surgen sus intereses, cómo avanza en su desarrollo personal, cómo resuelve dudas cómo encuentra información, cómo llega a conclusiones, cómo siente e identifica cuando algo le gusta o cuando no… y me encanta ver el brillo de sus ojos cuando está en el lugar que tiene que estar conectado con lo que hace y cómo me mira y comparte su momento conmigo, porque sabe que estoy ahí y que le apoyo.
Esta situación, sin embargo, puede verse envuelta en tensiones, exigencias, expectativas, juicios y falta de respeto hacia los ritmos intereses y necesidades del niño. Malestar que, sin duda, mina la relación y la confianza entre padres e hijos así como la autoestima y el interés por el aprendizaje.
Te invito a ponerte en el lugar de que te obliguen a aprender algo que no te interesa y haya una persona haciéndote recordatorios cada cierto tiempo del plazo que tienes de entrega, de las consecuencias negativas que aquello tendrá si no está todo de manera correcta (o de la manera esperada), que esa persona enjuicie tus formas y ritmos…. ¿Cómo sería la relación entre tú y esa persona?
El camino podemos transformarlo mirando hacia nuestro interior e identificando qué es aquello que nos impide disfrutar de cada paso y cuáles son las alternativas que hay.