Al hilo del post anterior donde hablaba sobre el aspecto estético, me ha venido otra situación con la que me encontraba hace algunos años y que muchas mamas han vivido también en su piel. Cuando Marcos tenía unos tres añitos, quería lleva el pelo largo y le confundían con una chica. Puede que a vosotros también os ocurra y no sea un problema. Por ejemplo, a Álex aún le sigue pasando, pero a él no le importa. En nuestro caso, Marcos lo pasaba mal. Nosotros aceptábamos su melena, aunque también le pregunté si quería cortarla. No considero que la opinión externa sea el motivo para decidir sobre nuestra vida, pero sentía que él debía tener la posibilidad de contemplar todas las opciones y decidir libremente. Sin embargo, NO era lo que él deseaba….
La verdad es que cuando se encontraba en un parque con algún niño y lo confundía con una chica, él se ponía tenso y, en ocasiones, esta reacción provocaba que el otro niño insistiera en el comentario. Él venía a mí y me lo comentaba, pero, a pesar de que yo le validaba y hablábamos de que eso era la opinión de aquella persona y que no cambiaba su condición, no sé por qué a él le seguía afectando…

A partir de ese momento, cuando se encontraba en un parque con la misma situación y un niño lo confundía con una niña, él compartía estas observaciones con ese otro niño, que quedaba sorprendido por ello, y pasaban entonces a jugar a piratas o vikingos sintiéndose tan poderosos como ellos!!!
Vivimos esta misma situación con el hecho de pintarse las uñas. Marcos solía jugar con su prima y se pintaban las uñas de varios colores. La diferencia es que, cuando empezó a recibir las mismas burlas y juicios por parte de otros niños, fue fácil buscar un referente en rockeros y heavys que las suelen llevar pintadas de negro. Yo le planteé la pregunta de ¿por qué negro sí y naranja no? Nuevamente, esto le dio la seguridad suficiente para poder gestionar la situación e, incluso, animar a algún otro niño a probar.
Es curioso como las situaciones cambian cuando cambiamos nuestra forma de relacionarnos con ellas. No podemos preparar a nuestros hijos un entorno ideal, pero sí podemos darles las herramientas para poder sentirse seguros y poderosos.
Aunque esto me sucedió cuando Marcos tenía unos tres años, en cada etapa existen nuevas experiencias para las que inventarse.
Espero que nuestros superhéroes os sirvan de inspiración para vuestras propias aventuras!!!
Besos y achuchones!!!