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En los últimos años escuchamos con frecuencia términos como «crianza consciente», «crianza natural» o «crianza respetuosa». Básicamente se refieren a un mismo tipo de crianza o de forma de relacionarnos con nuestros hijo en la que pretendemos respetar lo máximo posible o en la medida en que podemos el programa que la naturaleza diseñó para la cría de ser humano.

Algunos de nosotros no teníamos bien claro su significado, para mí ha sido todo un camino que he ido descubriendo paso a paso para poder hoy dibujar el mapa.

Existen incluso algunos prejuicios como que es necesario tener una buena posición económica para poder llevar una crianza natural. Después de tantos años, pienso que lo necesario realmente es una buena conciencia de cuales son las necesidades de los niños y las niñas y buscar la forma de satisfacerlas al máximo. Lo que sí considero que es verdaderamente imprescindible es tener la conexión y la necesidad interna de hacerlo.

Después de estos diez años de andadura, hoy puedo compartir que la «crianza consciente» es aquella en la que el adulto se responsabiliza de su elección de convertirse en padre o madre e intenta conocer y satisfacer las necesidades primarias y legítimas de un niño o niña según el diseño que la naturaleza programó para la cría de humano. Es aquella en la que, cuando surge un malestar en el niño, intenta hacer algo para que se sienta mejor y, entonces, su comportamiento mejora como efecto secundario inevitable. La «crianza tradicional», sin embargo, es aquella en la que pensamos que a una cría de humano hay que enseñarle lo que tiene que hacer y, cuando surge un comportamiento no deseado, hacerle algo al bebé o niño para que modifique su conducta, pero obviamos aquellos sentimientos o necesidades que lo han provocado.

Para verlo de otra forma, pongo siempre los mismos ejemplos en los que no comprenderíamos a un adulto que decidiera tener un perro y pretendiera que usara el inodoro en lugar de ponerle una caja de tierra o sacarle de paseo a la calle o que pretenda tener un pez en casa sin usar un acuario.

No existe especie animal en el planeta que necesite ser adoctrinada al nacer ni durante su crecimiento, únicamente aprenden las técnicas de caza cuando llega el momento y lo hacen acompañados de sus padres y participando poco a poco. Todas ellas nacen dispuestas de los instintos y capacidades para la supervivencia de forma natural. ¿Por qué los humanos seguimos empeñándonos en renunciar a nuestra naturaleza y alejarnos de ella? Cualquier especie que lo hiciera enfermaría…

Una Crianza Consciente permite fallos de los padres, errores, limitaciones, …. pero cuenta con la conciencia de qué es lo que tiene entre las manos.

Todo el mundo sabe que un bonito jardín requiere de mucho tiempo, esfuerzo, pasión, amor y dedicación. Lo mismo ocurre con un buen plato de comida, un libro, una cosecha,… Sabemos que si plantamos tomates, recogeremos tomates y que su calidad dependerá de los cuidados que les hayamos brindado. A nadie se le ocurriría exigir buenas manzanas a un manzano que plantamos hace unos meses en zona seca, de viento y frío. No nos sorprendería que diera frutos en primavera, cuando el sol da en otro lado y no en el suyo.

¿Qué sucede entonces con nuestras crías, nuestros bebés, niños, adolescentes y jóvenes? ¿Por qué les exigimos resultados sin cuestionar lo que hemos sembrado? ¿Somos conscientes de lo que tenemos entre manos?

Os invito a la reflexión en este frío fin de semana!!!!