google2fe1c6f792688070.html

Soñamos con que nuestr@s hij@s alcancen su mejor versión o con que alcancen la mejor versión que nosotr@s hemos creado para ell@s. Para mí la crianza es y ha sido mi mayor escuela, mi formación más exhaustiva y mis hij@s mis mejores maestros. Probablemente alguna vez hayas escuchado que los hij@s son espejos, que nos muestran nuestras carencias con sus retos y desafíos y, efectivamente, para mí es así.

 

Hubo un tiempo en el que leía y leía, me formaba deseando convertirme en aquella persona perfecta, la del libro, escuchaba día y noche a mis hij@s para atender todas sus peticiones, deseos y necesidades. Me di cuenta que, para crecer de manera completa necesitaban un entorno completo, escuchaba los comentarios de las personas y siempre valoro todas las opciones, así que reflexioné sobre ellos:

-La familia extendida: «Que no te tomen el pelo, tienes que ser más firma, que sepan quién manda»

-Los profesionales que seguía: «Los niños necesitan amor puro e incondicional»

-Mis hij@s: «Mami, mami, mami»

¿Sabes qué pasó? Que me detuve, que me di cuenta de que yo soy yo, de que soy una persona, con unas características y que nunca voy a poder ser todo a la vez, que nunca voy a ser perfecta, o ya lo soy, con lo que me compone y el recorrido que he trazado, que nunca podré ser firme y flexible a la vez y que, además del camino de transformación que yo lleve recorrido y el que pueda llegar a recorrer, lo que hoy sí puedo ofrecer a mis hij@s es lo que ya soy junto a la apertura de oídos, mente y corazón que me permita escucharles y observar su reflejo para poder seguir avanzando.

Para pretender ver algo en ell@s es necesario serlo primero yo y darles la oportunidad de elegir. El autoconocimiento es básico y fundamental para poder acompañar el desarrollo de la infancia, así como reservar espacios personales o actitudes que nos permitan seguir nutriéndonos mientras nos mantenemos en nuestro centro. Así, algo que seguro transmitiremos es esa autenticidad, esa honestidad y ese compromiso con uno mismo que seguro deseamos ver reflejado en ell@s. La coherencia es algo que se aprende, al igual que la lengua. Conectarnos con nuestros hij@s desde nuestra esencia, buscar aquello que nos une y explorarlo juntos nos regalará momentos de inolvidable conexión, pero no olvidemos que primero debemos encontrarnos con nosotr@s mism@s en el interior.

Gandi nos invitó a «Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo» y yo te invito a llevarlo sin demora a tu vida para convertirte aquello que te gustaría ver en tus hij@s.