google2fe1c6f792688070.html

Durante años y años hemos aprendido a corregir el comportamiento de los demás a través de los castigos. O sea, aplicarle a alguien algo lo suficientemente desagradable como para que deje de hacer aquello que estaba haciendo con el fin de no recibir más eso que está sintiendo.

 

Bajo mi punto de vista, eso es maltrato y, además, no pone atención en conocer y comprender el motivo por el cual la otra persona actúa de un modo que queremos cambiar. En muchas ocasiones, una persona ha sufrido un castigo y, después, se ha demostrado que era inocente, que no había sido ella o, incluso, que no conocía la forma adecuada de hacerlo.

 

Además, ¿recuerdas cómo te sientes cuando te castiga tu jefe? Seguro que piensas que es injusto, que tú tienes tus razones para actuar como lo has hecho, que no has tenido la oportunidad de ser escuchado, ……. Incluso ¿recuerdas cómo te sentías cuando, de pequeño o adolescente, te castigaban tus padres, tu profe o un familiar??? Estoy convencida de que sentías lo mismo, incomprensión, injusticia, rencor……

 

¡¡ Este es el motivo por el que no creo en los castigos bajo ningún concepto!!  No me trago que ninguna persona vaya a convertirse en mejor persona sintiéndose peor…

 

Cuando te castigan por hacer algo, puede ser que:

  • No lo vuelvas a hacer por miedo a otro castigo, no por comprender la situación
  • La próxima vez lo hagas a escondidas o mientas
  • Se dañe la relación con la persona que te castiga
  • Aprendas a utilizar el uso de poder para someter a los demás
  • En tu interior se generen emociones negativas como el rencor, la incomprensión y la soledad emocional
  • Perdamos una oportunidad para comunicarnos respetuosa y sinceramente y establecer acuerdos

Por todo ello, no existe forma de convencerme para que entienda el castigo como una opción positiva.

 

Es probable que, entonces, pensemos o escuchemos que nuestros hijos se van a convertir en unos tiranos o que no van a aprender. Yo pienso que eso es imposible si, cuando sucede una situación en la que normalmente castigaríamos, nos sentamos a expresar cómo lo estamos percibiendo, viviendo y sintiendo para dar lugar a que la otra persona empatice y haga lo mismo. De esta forma, existe un acercamiento y, con una actitud positiva, es más fácil que lleguemos a acuerdos.

 

Por otro lado, las consecuencias naturales de las acciones de nuestros hijos, van a ser inevitables, así que, en muchos casos en lo que castigaríamos, sólo es necesario acompañar para poder aprender y no repetir.

Os voy a poner un ejemplo:

Es muy común que compremos pececitos a nuestros hijos para una pecera pequeña. En algunas ocasiones les repetimos el compromiso que acordaron de alimentarlos y cambiarles el agua. Es común que, si no lo cumplen y el pez muere, el niño se ponga triste y nosotros le aleccionemos por las terribles consecuencias que tuvo su falta de compromiso y responsabilidad.

Lo que esto le aporta al niño es:

  1. Mensaje de que la responsabilidad es algo desagradable y doloroso
  2. Él es un desastre…. Nuestro discurso se graba en su mente y se lo repetirá ante cada fallo

¿Qué propongo como alternativa?

  1. Sentarnos en calma con él para acompañar sus emociones debido al suceso
  2. Comentar qué es lo que sucede cuando no nos responsabilizamos, hablar sobre la importancia de encargarse de aquello con lo que nos comprometimos y recordar cuales pueden ser las consecuencias.
  3. Consultarle si le apetece reponer el pez para tener una nueva oportunidad de entrenar su responsabilidad con otra visión y experiencia.

 

Bajo mi punto d vista, acompañando la situación, el castigo y la reprimenda del primer ejemplo, sólo dañaría su autoestima y su relación con las responsabilidades. Sin embargo, en el segundo ejemplo, aceptamos el fracaso como experiencia para corregir y responsabilizarnos conscientemente, elegimos comprometernos y reforzamos la idea de que somos capaces (autoestima) .

Sinceramente, yo he pasado por estos dos procesos, también me he equivocado y, con la segunda opción, he tenido la oportunidad de responsabilizarme como madre, tutora y acompañante en el crecimiento personal de mis hijos, para que el resultado fuera positivo para los dos, ahora y en el futuro.

 

¿Con cuál de las dos opciones te quedarías tú?